miércoles, 6 de agosto de 2008

No es molesto, es preocupante.

Ayer una persona favorable al referendum visitó el blog y nos dejó su opinión (gracias por participar). Nos preguntaba por qué nos molesta tanto que se lleve a cabo el referendum. No se trata de molestia, la verdad. Cierto que hay algunos aspectos del proyecto que molestan, como gastarse 5 millones de euros en un momento en que parece que las prioridades deberían ser otras.

Pero ese no es el quid de la cuestión. El referendum seria el primer paso para la modificación de la relación entre Euskadi y el Estado Español, que hasta ahora viene marcada por la Constitución y el Estatuto de Autonomía. En la historia reciente de España, ha habido dos procesos de cambio en los marcos políticos vigentes. Uno, la Constitución Española. Fue aceptada como propia por sectores muy amplios de la sociedad española, desde ex-franquistas hasta el PCE. Un amplio consenso que permitió, a pesar de las dificultades, sacar adelante el nuevo modelo político. Otro, el Estatut de Catalunya. Fue aprobado en el Parlamento Catalán en septiembre de 2005 por 120 votos a favor y 15 en contra. Prácticamente unánime.

El proyecto de referendum de Ibarretxe se aprobó, en junio de este año, por un voto !! 34 a favor, 33 en contra y 7 abstenciones. Desde luego, no es lo que se puede decir un resultado acaparador.

Cambiar nuestro modelo de relacion con el Estado Español es legítimo, pero todos los ciudadanos vascos debemos estar de acuerdo con el nuevo modelo. De lo contrario, se producirá una fractura en la sociedad vasca.

El Gobierno vasco debería retirar la iniciativa del referendum sin esperar a lo que dictamine el Constitucional. A partir de ahí, entablar negociaciones con todas las fuerzas políticas hasta conseguir un acuerdo mayoritario sobre nuestro modelo de relación con el Estado español.

Porque tirar adelante el proyecto de Ibarretxe con tantos votos a favor como en contra no es molesto, es realmente preocupante.

lunes, 4 de agosto de 2008

Con De Juana en el ascensor


Un terrorista sale de la carcel despues de cumplir 21 años por 25 asesinatos, sin haber dado muestras de arrepentimiento. Una larga huelga de hambre lo ha convertido en todo un personaje mediático, y sus relaciones con la cúpula de la organización terrorista son tensas, se intuye. Al salir de la prisión, su novia lo recoge y se dirigen al piso familiar. Aparcan en el sotano, y esperan al ascensor. La puerta se abre y sale un vecino, cuyo hijo fue asesinado por ordenes directas del hombre que espera al ascensor. Sus miradas se encuentran y ambos se reconocen. Por un segundo, el tiempo se paraliza.

Esto no es el argumento de una nueva película de Jim Sheridan (The Boxer, En el nombre del Padre). Desde el dia en que De Juana Chaos fue liberado (de forma absolutamente legal), esta escena puede tener lugar en cualquier momento, si no ha ocurrido ya.

Para los familiares de los asesinados, supone un insulto verse obligados a afrontar semejante situación. La sociedad vasca no puede permitirlo, y el Estado (como representante de la sociedad) debería ejercer una acción positiva para alejarlo. Imaginemos el caso de un violador, que cumple su condena, pero jamás ha dado muestras de arrepentimiento ni de modificación en su conducta. ¿Alguien creeria lógico reintegrarlo al barrio donde violó a los hijos de 7 familias?. En Euskadi, las víctimas han soportado el olvido, el miedo, la soledad; pero esto es demasiado.

El gobierno vasco, a todo esto, callado. Deben estar muy ocupados certificando la correcta distribución de las papeletas para el referendum.

La escena del ascensor tiene, además, una segunda lectura. El hombre que entra en el ascensor es vasco. El que sale, también. De Donosti de toda la vida. Así ha sido siempre. Vecino contra vecino, Abel contra Caín, liberales contra carlistas. Esto no ha sido una lucha de liberación nacional, ha sido una guerra civil, donde un vasco disparaba y otro moría. Con la peculiaridad de que los disparos venían siempre del mismo lado.

Al tirar adelante el referendum, con la clara intención de que Madrid lo prohiba, Ibarretxe vuelve al mismo guión de los últimos 30 años, recreando un país imaginario con vascos deseosos de su independencia y españoles que se lo prohiben. En ese país imaginario no estamos ninguno de los que nos oponemos al referendum y, por lo que parece, tampoco está el hombre que sale del ascensor y se encuentra con el asesino de su hijo. Lo han borrado del guión, molesta.